Publicado en 24 de julio de 2020)

Publicamos en las últimas horas, en RBT, información sobre el proceso que actualmente sigue, de 

información pública, el plan de conservación del espacio natural de O Vao, en Vigo.

Bien : convendría hacer al respecto historia, porque de lo contrario, el que corta la cinta final del día de "la inauguración", es el único que se lleva el aplauso y el supuesto mérito. Y a lo mejor no ha hecho otra cosa que continuar lo que ya le vino rodado...

Ahora, a O Vao le dicen así, con V de Vigo (que diría Manuel Soto -q.e.p.d. y el amigo Pradín). 
Antes, no hace tantos años, cuando se hizo por la Alcaldía de entonces lo que había que hacer, a O Vao se le decía O Bao, con "b".  En ese tiempo, tampoco demasiado lejano, había un alcalde en Vigo llamado Carlos Príncipe, Carlos González Príncipe, para decir con exactitud.

Este Príncipe fue un buen alcalde para Vigo, al que un montaje de oportunistas sobre unos supuestos olores y perjuicios para la ciudadanía (que nunca se produjeron) de una empacadora de basuras a ubicar en terrenos portuarios en la zona de Guixar, acabó por costarle la reelección. 
Hubiera sido para Vigo buena cosa un segundo mandato de Carlos Príncipe. Pero no le dejaron... por poco, pero no le dejaron. 
Príncipe, a diferencia de esos alcaldes de marketing, populismo, risita y foto, era un alcalde que veía la ciudad siempre en clave de futuro. Era un hombre culto, muy culto; con un afán por estar al día, subido en la ola de la modernidad -que no quiere decir la estupidez-, en la ola de las nuevas oportunidades, que le llevaba a pensar en obras y acciones con verdadera proyección para la ciudad, no aceritas y banquitos para hacerse la foto del pan para hoy hambre para mañana. Por eso cuatro años más de Carlos Príncipe fueron la oportunidad perdida para Vigo y para el Gran Vigo. Pero en fin...

Volvemos a lo que nos ocupa : la zona natural, de dunas, de O Bao, seriamente amenazada desde muchos años atrás, cuando la sardinocracia y similares imperante en Vigo dio luz verde al bodrio de la mole instalada en la isla de Toralla.
Tras aquella indecencia urbanística no faltaron proyectos para urbanizar -y llenar de chalets para pudientes- las arenas de las dunas de la zona de O Bao (perdón, O Vao) en Coruxo. Felizmente, en el Concello de Vigo no acabaron de estar por la labor... felizmente.

Vino un tiempo, después, ya con la Democracia en acción, en el que no faltaron ediles populistas. Los Arca, los Leri, bellísimas personas -eso sí-, lo fueron... concejales notablemente populistas.
El populismo de Arca le llevaba a poner canastas artesanales de baloncesto por cualquier rincón de Vigo que se prestase a ello. Creo recordar que todos los tableros de esas canastas llevaban la leyenda de "Por un Vigo mellor", de tal forma que se sellaba así la alianza Soto-Arca : el primero daba libertad de acción al segundo; y el segundo estampaba el lema del primero en las canastas.
Así surgió el Samil de Arca. Jardines, canchas de basket a su estilo, piscinas para niños donde metían el cuerpo los mangantes de los mayores... pegadito al muro, una disneylandia al estilo del edil que por la noches diseñaba sus obras en la hoja de papel cuadriculado de una libreta -eso decía el-.

El populismo de Leri le llevaba a transformar basureros en campos de fútbol a su estilo, con vallas y porterías hechas con postes en desuso y toscos pontones de madera que le regalaba Fenosa. Tenía mérito aquello... Si las horas que Leri dedicó a sus campeonatos de playas las hubiese dedicado a su representación de aceites, lubricantes y afines, habría vivido casi como un marajá en vez de ser uno más que vivía al día. Pero Leri era Leri... y en aquellos campos que iba sembrando en el término municipal, para uso y disfrute de quien quisiera, les ponía siempre un rótulo : "¡Felices en Vigo con los Campeonatos de Playas!"

Arca y Leri, sin que se sepa muy bien por qué, un día se pusieron de acuerdo. Arca convenció a Leri sobre las ventajas que en O Bao (perdón, O Vao) tendría reproducir un área recreativa como la que don Agustín había "inventado" para Samil. Unas charcas-piscina, canchas de basket, bancos, jardín... losetas, muchas losetas... era la idea de Arca a la que Leri ya había dado su entusiasta bendición. Salvó a Vigo de ello el entonces alcalde, Carlos Príncipe, que -además de oponerse- hizo entrar en razón a uno y otro, aunque Dios y ayuda le costó... Si aquello hubiese prosperado entonces, desde luego que hoy no tendríamos en proceso de información pública, para el paso definitivo del plan de conservación del espacio natural de O Vao, en Vigo.

Esa es la historia. Príncipe fue siempre un alcalde con visión de futuro, cuando menos de medio plazo. Huía casi siempre del cortoplacismo. Eso, en Política, es malo casi siempre para el Alcalde que así actúa. Pero es muy bueno para la ciudadanía. Aunque esta, como sucede hoy en día, se vuelque tanto con las luces de Navidad y otras historias de parecido corte.

Leri y Arca, al final de un pleno municipal en Vigo