Terminar la carrera y encontrar trabajo aquí, en su país, es toda una hazaña para muchos miles de jóvenes pertenecientes a la generación mejor preparada de nuestra historia. Licenciarse o doctorarse en el tercer milenio supone nada menos que adentrarse en una jungla laboral preparada para satisfacer al empleador, un espécimen que poco se diferencia de aquellos que los viejos como yo conocimos a través de las películas americanas y a los que tan humildemente llamaban amo sus esclavos.

Lo malo ya no son las crisis: las de la pandemia, la guerra, las que originan las huelgas… lo peor son los discursos que siguen sonando con la misma cantinela. Los que nos gobiernan aquí y allá pretenden contagiarnos su optimismo. Los unos porque han sacado un nuevo paquete de medidas que arreglará los problemas y los otros porque vivimos en jauja y aquí no los hay; problemas, digo.

Mientras a las familias las arruinan los intermediarios y los exclusivistas con la mayor alza de precios de nuestra historia, la clase gobernante juega a la macroeconomía con los generales del gran capital, que siguen diciendo, hoy como ayer, que son necesarios nuevos ajustes en el mercado laboral.

¡Esto no es una democracia… es una enfermedad! Como no encontremos nosotros mismos el remedio… este mal se convertirá en una peste.   

XERARDO RODRÍGUEZ, director de Galicia Única