La primavera es hoy verano y da gusto sentarse en el parque de la City mientras los primeros rayos de sol de la mañana te pigmentan la cara, sin quemarte, que ya parece uno un ser de ultratumba, tras unos días a la sombra de las nubes viajeras. Las pocas que veo hoy se van hacia el mar impulsadas por nuestro nordés, lo que quiere decir que el anticiclón ha venido para quedarse unos días. Que bien.

ENTRE GALICIA Y CUBA

Comparto banco hoy con Toto, cubano que se ha ido de la isla en busca de mejor vida; parece haberla encontrado en esta villa de la periferia compostelana que lo tiene todo. Toto trabaja como carpintero, pero esta semana tiene turno de tarde, lo que le permite disfrutar de la vida a la orilla del Ameneiral. Estaría a punto de jubilarse, pero…

—- Tendré que seguir, mi amigo. Es que no me dan los años aún…

Por lo visto apenas lleva en España diez años cotizados a la Seguridad Social y esos no son suficientes para jubilarse a los 65. Tendrá que seguir martilleando hasta que se muera, aunque me confiesa…

—- He ahorrado algo y hago chapuzas por fuera. Mientras pueda seguiré dándole al serrucho.

A Toto le fallecieron recientemente su madre y su tía. Se ha quedado solo en el mundo. Para él una simple conversación de banco en un parque es “un acto social impagable”. Tenedlo en cuenta siempre que le veáis meditando a la sombra de los alisos y fijando su mirada en el río.

Mi amigo Toto creyó en aquella Revolución que luego se convirtió en una dictadura comunista al estilo de aquella República Socialista Soviética, de Stalin, de Lenin y de este Putin genocida. Le conté que cuando yo estudiaba reivindicábamos al gallego Fidel como líder para luchar contra Franco y se echó a reír…

—– Yo era fidelista hasta que, cuando pasé un mes comiendo papas con huevos fritos le pregunté a uno del Partido: ¡Oye, cuando vais a cambiar el menú? Y me contestó: La Revolución necesita del sacrificio del pueblo.  Aquello significaba que la revolución solo eran los Castro y sus afines -ya se había marchado el Ché-. Los dirigentes estaban todos bien rollizos, no creo que se sometieran a aquellas dietas del proletariado.

Me quedé pensando, esta vez, en lo poco que importan los enredos políticos. Solo sirven para distraer al pueblo al que nadie puede culpar ni de la subida del paro ni del coste de la vida. Aún así, Toto me espeta como final…

—- Tendrías que haber vivido en Cuba para minusvalorar lo que tienes…

Esto me hizo recordar aquella comida en el Lar Gallego de Fidel, a base de ostras, buen pescado, carne mechada con guisantes y postres varios, todo regado con excelentes vinos Albariño y Ribeira Sacra. El comandante tenía prisa: comenzamos a yantar a las 12’00 y terminamos a las 19 y pico…

No, decididamente ni Galicia es Cuba ni Rueda presidente tiene nada que ver con Díaz Canel.    

XERARDO RODRÌGUEZ, director de GALICIA ÚNICA