Ucranianas, desesperadas, rezan arrodilladas en un parque de Kiev, cuando comenzó la Guerra

La Guerra sigue. La Guerra se escribe con mayúsculas. Porque hay muertos, infinidad de muertos por medio y no es ninguna broma. Y cada vez es peor : más muertos, más destrucción, más odio... Occidente da a los ucranianos más madera, más munición, más cañones para que paren a los rusos. Los rusos, cada vez que oyen hablar de los refuerzos que Occidente envía a los ucranianos, se excitan más y más, destruyen, aniquilan más y más... Tienen el Donbass casi en la mano, por mucho que Zelensky (o como se escriba) diga que aún resisten... Una cosa es resistir, otra es no perder terreno, que cada vez más está en poder de los rusos. 

La Guerra sigue. Sabe Dios hasta cuándo. Ningún bando se fía del otro. Los técnicos en la materia, los analistas militares internacionales que ven los toros desde la barrera, dicen que esto aún irá para largo... Con meses por delante hasta que vuelva el frío a aquellas tierras de la Europa inclemente, hay tiempo de sobra para que Rusia arrase, no solo el 20% de la que era Ucrania, probablemente el 25%, el 30% sino algo más incluso, por mucho que los cañones modernos de largo alcance, los drones y la ayuda de material militar, recomponga poco a poco al Ejército ucraniano, para siga pareciendo un Ejército...

La Guerra sigue. Y cuanto más sigue, más Ucrania se cae a pedazos, derribada por el obús que constantemente llega lanzado desde las posiciones rusas. Contra lo que sea y en el lugar que sea, un hospital, una escuela, un hipermercado. Cuando Occidente alza la voz y se indigna por la enésima e incomprensible destrucción de lugares como esos, Rusia explica enseguida que... ahí se escondían efectos militares ucranianos.

En la Guerra siempre ha disculpas. En la Guerra siempre hay razones. Por incomprensibles que resulten, por absurdas y cínicas que sean... 

En la Guerra solo hay bestialidad y odio; destrucción y salvajismo.