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Foto : Araújo Maceira.

El paisaje es el propio de un 1 de noviembre en un bello rincón de la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal. Tras las últimas y copiosas lluvias, el pequeño río ha recuperado el caudal propio de sus mejores momentos. 
En el suelo, las hojas se acumulan y mojadas se transforman en mejunje peligroso para quien, por allí, por esos senderos y puente pasea : ¡cuidado con los resbalones en este tiempo de descomposición otoñal!, solo falta un letrero así. Pero tal vez no haga falta el letrero, ya está el llamativo color que toman las restantes hojas que aún siguen en los árboles antes de expirar su tiempo de vida, nos están diciendo que pronto estarán a nuestros pies, cerrando así su ciclo vital. 
Reverdecen los márgenes del riachuelo mientras, aunque ellos casi siempre estuvieron verdes en el tiempo cálido que queda atrás, gracias precisamente a la sombra generosa que el gran toldo arbóreo proporcionó. Ahora no, ahora cuando suenan por todo lo alto los clarines del Otoño, anunciándonos la necesidad de pronto abrir paso al Invierno, ahora la hierba estará sin protección superior, recibiendo el ténue y escaso sol de este tiempo de invernía, a la espera de que la la primavera llegue, las hojas broten en las ramas de los árboles y todo vuelva a ser como en el Verano fue... Es el ciclo de la Vida, que va y viene.









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