UNA RÍA CON... UN MAR DE HISTORIAS
Te invito a que asciendas al mirador de Martín Codax para comprender mejor la grandiosidad de la ensenada que el Rey Sabio describió como “un paraíso a donde ir a bañarse con la amada en la dulzura de sus aguas”. Desde él, tus ojos, al traspasar la frontera del puente de Rande, se llenarán de ría en Redondela.
De estas aguas emergen islas de piratas; en sus riberas crecen puertos que son cuna de vocaciones marineras sobre gamelas; a flor de playa nace el mejor marisco; también flotan las bateas de la vida… y bajo ellas, se esconde uno de esos misterios que dan sentido a la historia y acrecientan las leyendas.
Donde hoy puedes ver las bateas que dan vida al mejillón, se libró el 23 de octubre de 1702 la mayor de todas las batallas navales. La historia dice que bajo este mar permanece oculto un tesoro arqueológico. Aquí es donde se hundió la llamada “Flota de la Plata” y yo mismo he visto, con mis propios ojos, los restos de un galeón, cuando Fernando Navarrete rodó “Rande”, un documental que duerme entre los archivos de TVG y los del conocido realizador, esperando un mutuo acuerdo para montar una serie documental que sería muy exportable.
Una de las más populares leyendas de Galicia habla de un tesoro oculto en las bodegas de esos galeones; pero ninguno de los numerosos buscadores que bucearon en este lugar encontró la plata o el oro de aquella flota hispana que traía ese tesoro, fruto del expolio español en la América indígena.
Hace tiempo ya, el ayuntamiento de Redondela pidió la creación de un centro de interpretación del hecho histórico. Yo voy más allá y pido que se rescaten del olvido los valiosos restos arqueológicos que hay bajo las bateas, para convertir la Illa de San Simón en un Museo de la Batalla de Rande y que así cobren mayor interés los edificios culturales allí recuperados.
San Simón es la isla que cantó Martín Codax en uno de los primeros poemas de nuestra literatura medieval, pero en realidad son dos: San Simón y San Antonio.
Algunas fuentes históricas hablan de San Simón como primitiva sede de un convento benedictino, destruido por vikingos y piratas sarracenos entre los siglos X y XII, pero solo está documentada la existencia de un pequeño convento de eremitas, fundado por los templarios a finales del siglo XII y dedicado al Apóstol Simón Pedro. De hecho, en el siglo XIII San Simón polarizó la devoción de toda la comarca.
Luces y sombras se interrelacionan con la historia de estas pequeñas islas, unidas por un puente de piedra en 1842. Su más negra historia arranca en el siglo XIX, cuando se construye aquí un Lazareto y culmina en 1936 como colonia penitenciaria: en la isla de San Simón se asentaba la prisión y en la de San Antonio la guarnición militar.
San Simón y San Antonio, todo el conjunto, suponen mucho más que historia: estos espacios encierran un paisaje inigualable, con extraordinarios valores botánicos, medioambientales, arquitectónicos e incluso arqueológicos.
Actualmente, ambas islas han sido recuperadas para la cultura: se rehabilitaron sus edificios, recuperaron su entorno y en estas instalaciones se celebran diferentes actos culturales a lo largo del año, pero, como te decía, en uno de esos edificios bien podría intentarse la instalación de un centro-museo que nos permita revivir la batalla más importante de la historia naval gallega.
La isla de San Simón también fue loada por el poeta Mendiño en el siglo XIII y en la modernidad, el escritor Vázquez Montalbán ambientó en ella una de sus novelas. San Simón y San Antonio lucen espléndidas desde la Playa de Cesantes, que es la más concurrida de esta costa de Redondela.
Redondela de Galicia. Este es el nombre que aún hoy reza en alguna de esas guías de los ferrocarriles españoles, para describir la pequeña estación en torno a la cual creció una de las villas más pujantes y bellas de la proximidad de Vigo.
Tal fue y es la vinculación de Redondela con el tren, que la apellidaron “Villa de los Viaductos” y dos de los más hermosos de Galicia vuelan sobre su casco urbano, cambiando su fisonomía.
Los viaductos tienen su literatura. El poeta Federico García Lorca calificó a esta villa como “caída del cielo”.
La escritora inglesa Annette Meakin recoge en su libro “Galicia, la Suiza española”, publicado en el año 1909, sus impresiones desde “el tren que iba por el cielo”. Dijo de Redondela:
—- Es una población hermosa, rodeada de montañas verdes, con un pintoresco puerto. Pero lo más impresionante fue asomarse a la ventana del tren y descubrir bajo él una villa deliciosa.
Y tienen los viaductos sus leyendas suicidas: entre otras muchas, la del ingeniero autor del proyecto, inicialmente rechazado; y otra que se atribuye al escritor inglés Robert Shouthney, quien describe como “un amante se arroja al vacío tras locos momentos de frenesí”.
Redondela vive una perfecta simbiosis con su hermosa bahía y no necesitas más que dejarte llevar por la leyenda para encontrar al dios Neptuno conversando con el capitán Nemo a bordo del Nautilus, que la imaginación de Julio Verne hizo emerger en esta ensenada.
No me extraña. Son numerosos los placeres de navegar desde San Simón por entre las bateas y rumbo al puente de la Modernidad, para encarar la boca de la Ría de Vigo, hermosa en su grandiosidad y con un telón de fondo también de islas, las antiguas Illas Ficas, hoy Parque Nacional.
Xerardo Rodríguez





