Por Guadalupe (Cáceres) ha pasado la Historia de varios siglos de España. Bien pronto, desde que en el Siglo XIII fuera hallada una pequeña imagen de la Virgen y en el lugar se construyó una ermita, se convirtió en lugar de devoción. 

En 1340, Alfonso XI se encomendó a Santa María de Guadalupe antes de la batalla del Salado; obtenida la victoria, fue a dar gracias y poco después mandaba que se hiciera una “iglesia grande, que puedan caber las gentes que vienen en romería”. 
Hubo iglesia y hubo monasterio encomendado a los frailes Jerónimos. 
Y hubo la atención y devoción de los Reyes y Papas. 
Hasta diecisiete veces acudió a Guadalupe Isabel la Católica, quien quiso que se guardara allí su testamento.
Cerca de allí, en Madrigalejo, murió el Rey Fernando, camino de Guadalupe. 
Felipe II hizo de Guadalupe su punto de encuentro con Portugal. 
Todos los caminos llevaban a Guadalupe. 
Los del Sur, por el que llegaban miles de cautivos liberados, como Cervantes; o Colón y Cortés de vuelta del Nuevo Mundo. Los del Norte, por donde descendieron, entre miles de peregrinos, Lope o Calderón, Teresa de Jesús o Juan de Ávila...
Y Guadalupe llegó al mundo por todos los caminos haciéndose nombre universal en cientos de lugares. Aquel santuario y monasterio, perdido entre montañas, acabó siendo un foco cultural de primer orden, porque allí floreció la medicina, la farmacia, la iluminación de códices, los talleres de bordado, las artes y las ciencias.
El legado de aquel pasado convierte hoy a Guadalupe en el más rico y variado museo habitado.

El Siglo XIX fue funesto para Guadalupe. El expolio de las tropas francesas en la Guerra de la Independencia primero, y sobre todo la exclaustración definitiva de la Orden Jerónima en 1835, sumieron a Guadalupe en el abandono; milagro fue que no se perdiera gran parte de cuanto Guadalupe atesoraba.
En 1879 el santuario había sido declarado Monumento Histórico Artístico. A partir de ahí, surge en Extremadura un movimiento para la restauración del monumento. 
Iniciado el Siglo XX, los acontecimientos se suceden. 
En 1906 se organiza una magna peregrinación regional a Guadalupe. 
En marzo de 1907, el Papa Pío X proclama a la Virgen de Guadalupe patrona de Extremadura. 
En noviembre de 1908, se entrega la Basílica y el Monasterio a la Orden Franciscana, cuya acción será providencial para la recuperación del Monumento. 
En octubre de 1928, el legado del Papa Pío XI y el Rey Alfonso XIII coronaban a la Virgen de Guadalupe como “Reina de las Españas”. 
Y cuando en 1983 Extremadura se constituye como Comunidad Autónoma, se fija como Día de Extremadura el 8 de septiembre, festividad de Guadalupe. 
El que fuera centro espiritual –religioso, cultural, artístico– de Extremadura lo sigue siendo, acrecentado incluso el pasado esplendor. 
En los años jubilares, otra vez todos los caminos llevaron a Guadalupe. 
El viaje ha merecido la pena.

"GUADALUPE 2007"