DESPUÉS DEL ECLIPSE, BRILLA MÁS EL SOL
Estoy en modo verano pese a dormir una hora menos por el maldito cambio horario, que no sé yo a qué viene esa manía si el recibo de la luz no baja, aunque nos digan que ahorramos energía con el adelanto. Digo en modo verano, porque me he puesto ya camiseta de manga corta y chaleco para pasear deportivamente por la orilla del río, escuchando a los venerables de mi tribu. Como por ejemplo Marisa y Antonio, ochenteros de la City, a los que ya les han metido el miedo en el cuerpo…
—- ¡Mira que si España entra en guerra!
—- ¡Pois que lle imos facer! ¡Nós non podemos facer nada!
La feliz pareja, jubilados de la Xunta, llevaba una semana escuchando lo del kit de emergencia y ayer se pasaron la tarde entre la ferretería, el Gadis y la farmacia, para hacer acopio de aquellas cosas que recomienda en la tele “una señora que manda en toda Europa”.
Hay que ver la cruz que tenemos con esos políticos del mundo mundial que nos toman por idiotas y nos quieren lavar el cerebro como si fuéramos tontos. Pues no, oiga, la III Guerra Mundial va a ser que no y si nos cae otro coronavirus -que podría ser- pues, salvo la señora Ayuso, estamos lo suficientemente preparados para acabar con él antes de que él acabe con nosotros. Y si los trumposos todos se vuelven aún mas locos y le dan a los botones rojos, nosotros, por mucho que nos defiendan los ejércitos europeos, tendremos que darnos un beso en el culo y decirnos adiós.
Todo el rollo que nos están metiendo es para justificar el aumento del gasto en Defensa. Nos irá al bolsillo y al bienestar del que disfrutamos. Así que, cómprate una linterna y unas velas por si se va la luz, que patacas, berzas, peixes, porquiños e vaquiñas abundan en este país y ese es nuestro mejor kit de emergencia. ¡Ha vuelto a brillar el sol después del eclipse!
LA LANGOSTA, UNA ESPECIE EN EXTINCIÓN
Tras leer la peor noticia de la semana he vuelto al parque para, como hacía Rosalía, la nuestra, escuchar “o marmullo do río” y la sinfonía de mis merliños cantores. Los sonidos del silencio de la naturaleza mas próxima fueron capaces de devolverme hoy una sonrisa para acordarme de mi amigo Demetrio Viñas, el mejor pescador de langostas de las Rías Baixas: hace tiempo ya que viajó al espacio, era buena gente, por eso me viene a menudo a la memoria. Él y los mariscos que traía a puerto en su gamela, que solo Demetrio y unos pocos eran los grandes conocedores de los refugios de la langosta, la nécora y la centolla, bajo las aguas de Moaña, por las que también nadaba el camarón.
Aquel marisco de los años setenta abundaba en todas las rías de Galicia y era el mas sabroso del mundo. Ahora nos traen langostas de Boston y de otros mares atlánticos, que para nada saben cómo aquellas nuestras: eran hasta cantarinas y su música la escuchábamos a bordo de los barcos e incluso en las lonjas.
Hoy, dicen los biólogos, la langosta cantarina es una especie en extinción en las Rías Baixas y hay que ponerle remedio a esto. Fue en los años noventa cuando empezó a descender la población de este crustáceo y desde hace una década no se registran mejoras a pesar de los intentos de repoblar las rías. Ojalá los especialistas logren mejores resultados en un futuro próximo.
Xerardo Rodríguez