De la moda retro y de la fiesta que vuelve
VUELVE LA FIESTA
Permitídime abrir hoxe coa Festa, o mellor antidepresivo. Toda Galicia prepárase xa para aparcar os seus problemas i encarar o 25 de Xullo co mellor humor, axudados polo Apóstolo Santiago, a quen, por patronazgo e devoción, poñemos os galegos por testemuña ante Deus e os pelegríns.
En un nada de días celebraremos o Día de Galicia, que tamén ten o seu punto reivindicativo, pero, iso sí, con predominio da fe e mais ós aspectos oficiais. O Día do Apóstolo é a nosa noite dos fogos, a nosa parada militar, a nosa manifestación, o noso mitin, a nosa verbena, a nosa performance, o noso concerto…
Así que, hei de saudar a uns e a outros: aos que lle piden a Santiago que ilumine aos nosos dirixentes e aos que protestarán nas rúas contra eses mesmos dirixentes. Ao resto dos mortais que coma mín son galegos de alma e vida…. Meus parabéns, vellos ou novos compañeiros!
LA MODA RETRO
Pocas experiencias podrás vivir tan divertidas como la de ir con Pousada a lo que él llama…
—– ¡O “Corte Injlés de Negreira”!
Allí lo ve todo, lo palpa y admira, pero nada le interesa al final de una mañana de curioso paseante por las calles cerradas al tráfico y llenas de tenderetes donde puedes comprar lo que te haga falta. Pienso que este amigo -todo un personaje de la aldea próxima- echa de menos la antigua feira. En el fondo se ha vuelto retro, como la moda.
El Mercadillo es la nueva feria y en él encuentras, incluso, algunas cosas del pasado que no ves en los comercios convencionales. Están al lado de las prendas de ropa más actuales, de esas que los feriantes compran en las naves que los grandes almacenes tienen en O Porriño.
El retro sin embargo es otra cosa y vuelve a estar de moda. El puro retro tienes que buscarlo en pequeñas tiendas con varias décadas de historia, que esconden en sus estanterías los productos más buscados de esta tendencia.
No son un revival, es decir, prendas hechas en la actualidad imitando los estilos perdidos. No. Son reales e incluso, a veces, nos sorprenden con precios de otra época.
A los templos del retro en Galicia los llamamos “tendas de vello” y están repartidas por toda la geografía urbana del país. Tienen en sus peculiares estanterías de madera abrigos, vestidos y hasta sombreros de hace treinta años, que vuelven a estar de moda.
Pero el retro, además de en la ropa, se nota en la reedición de música, en la recuperación arquitectónica del rural, en los muebles antiguos, en las muñecas con las que juegan nuestras nietas… y hasta en los teléfonos.
Mi móvil, según la chica de la tienda retro, tiene más valor ahora que cuando lo compré, hace quince años. Me ofreció 600 euros por él y como ya no suena nunca porque todo dios dejó de llamarme, se lo vendí…
Es igual, porque en el cajón de mis cachivaches tengo otros cuatro aún más antiguos. Así que sigo de moda.