DÍA DE GALICIA

Puestos a fabular, os diré que el espíritu de Castelao quiso venir este año a la gran fiesta y a su llamada acudieron también Rosalía y Fonseca. Los tres vivieron también nuestra noche del fuego desde un balcón del Pazo de Raxoi. El Obradoiro estaba lleno de peregrinos y entre las dos torres de la Catedral magnífica, la imagen pétrea del apóstol Santiago preservó de todo mal a cuantos se habían reunido en la plaza. Todo transcurrió con la alegría propia de quien gasta en pólvora lo que no tiene para arreglar fochancas. Cuestión de prioridades.

Castelao se pasó los fuegos repasando mentalmente viejas historias del país. Está claro que no le gustaban ni las luminarias de colores ni los efectos visuales que contaban el paseo en barca, desde Jaffa, de los restos del apóstol. Fonseca, pensando en que los alumnos de su universidad detentarían alguna vez el poder, se enfadó mucho por la frivolidad con la que se cuentan los cuentos en estos eventos audiovisuales, aunque los fuegos le entusiasmaron. Y Rosalía echó en falta sus poemas, los que fueron musicados por los cantautores más auténticos de Galicia, que hoy celebra 431 fiestas en honor del Hijo del Trueno, que no del Lóstrego, como dijo el ilustre comentarista y viejo compañero de la TVG, recién celebrado su 40 cumpleaños.

Esta mañana de fiesta, cuando hace ya tiempo que amaneció, Santiago revive sus tópicos: manifestación, mitin y ofrenda… Lo oficial y lo oficioso.

Más peregrinos llenaron el Obradoiro, pero los romeros aún están subiendo al Santiaguiño do Monte en Padrón; los devotos acaban de procesionar la imagen del santo por el ourensano barrio de A Ponte; el Santiaguiño del Burgo, en Pontevedra, reparte bendiciones que mejoran la productividad de las leiras; y cientos de caminantes están aproximándose al Finis Terrae para pedirle paz al dios celta de los atardeceres sagrados.

Hoy es el Día de Galicia… ¡Vivamos la fiesta! Permíteme que siga presumiendo de país y te envíe una postal para que, al menos, compartas mi paisaje, que no está el día para contar desgracias.

Hoy la fe mueve al peregrino. Lo espiritual reconforta al caminante perdido. Lo natural nos impresiona por su belleza. El hecho de caminar cura los pecados del cuerpo. Lo intelectual nos abre las puertas de la cultura. La meta es el final del reto. Y los aspectos lúdicos de la ciudad… nos divierten. Siete son las rutas xacobeas, siete razones para abrir la puerta de la gloria en la Compostela universal el día grande de su fiesta. Por eso rompamos los tópicos con la diversidad cultural que nos asiste, nos devuelve la palabra de los poetas y los símbolos naturales de la tribu de nuestra memoria.

Mi amigo caminante, tendrás que pasear la ciudad de noche y admirarla mejor; sobre todo la que se estrecha entre las siete puertas que oculta el tiempo. Porque así será posible recuperar el poema lorquiano y viajar entre las luces y las sombras de las calles de piedra, cualquiera de estas noches. Mira y verás una ciudad que se alarga entre el lusco y el fusco y presta su esbeltez maravillosa a las tinieblas. Porque en la Compostela que duerme la noche también se vuelve piedra, provocando sombras geométricas sobre las rúas estrechas y luces románticas que nos dan su versión de los templos y los conventos. Las luces de Santiago se abren hueco entre los soportales iluminando el remordimiento de los edificios y alargando sus sombras sobre ese casco histórico que es Patrimonio de la Humanidad. Fíjate. Las calles más antiguas se conservan casi como fueron concebidas.

Esta es una invitación maravillosa a viajar al pasado. Desde el Medioevo hasta la segunda mitad del siglo XIX siempre ha sido el tiempo el que buscó la conexión entre las tres rúas principales: el Franco desde la Porta Faxeira; la asoportalada rúa do Vilar; y la que los compostelanos llaman Rúa Nova; las tres procuran la gran plaza, el Obradoiro, en donde…

“…También la piedra, si hay estrellas, vuela.Sobre la noche biselada y fría…Creced, mellizos lirios de osadía.Creced, pujad, Torres de Compostela…”

Son las tres rúas que inspiraron a Federico García Lorca su “Madrigal a Cidade de Santiago” escrito en gallego y las tres, ya ves, te llevan hasta la Plaza del Obradoiro para que vivas tu sueño de una noche de verano, mientras la luna bonita de julio ilumina su Catedral magnífica.

Ya verás cómo, solos en la madrugada, cuando todo se calma, aún es posible en Compostela recuperar el romántico poema lorquiano, viajando entre luces y también entre sombras.

Y una vez pasada la fiesta debieras de perseguir la postal mágica de este paraíso. Es la del lugar que habitan legendarios personajes capaces de convertir el infierno en un cuento de hadas: Los duendes, dueños del bosque animado. Las hadas que vigilan nuestros sueños desde la Vía Láctea. Merlín, el mago que habita el castillo encantado. Los druidas de la alta montaña. O las meigas, que se reúnen a la media noche en el viejo molino. Esta es la tierra mágica donde se suceden sueños y milagros. Sus mejores postales las hallarás en el círculo del castro, en la luz del dios Sol sobre la cima del monte del fin del mundo, en la ruta de los sueños que aún siguen peregrinos, en el fuego que nos alimenta con el fruto del souto, en los cristos crucificados que nos salen al paso en los caminos, o en los templos de las cien vírgenes milagreiras. Aquí todo es mágico… incluso el ciprés donde se esconden los pájaros cantores.

Xerardo Rodríguez