Hace más de mil años que el Papa Calixto II concedía la bula Regis Eternae, origen y motivo de la peregrinación a Compostela y casi tantos que Aimérico Picaud escribió la primera guía turística de la historia, el Códice Calixtino. Desde entonces, la vida fue un peregrinaje a través del Camino de las Estrellas…

El peregrino busca la meta más trascendente, llegar a la perfecta comunión con su espiritual creencia. El caminante se echa a andar porque siente la naturaleza, descubre el arte y la cultura. El visitante simplemente persigue el deleite y el disfrute de este nuestro mundo.

Caminantes, peregrinos y visitantes se dan cita estos días en Galicia y especialmente en Santiago, su capital, donde confluyen la fiesta, la materia y el espíritu.

Tras encontrarse con la perspectiva natural, quienes viven Galicia estos días admiran como la piedra se convierte en alma: la arquitectura es la forma material del espíritu, los monumentos y el arte son los símbolos de la Fe hechos de materia vivificada. Y la fiesta es tradición que despierta el interés de todos.

EL HIJO DEL TRUENO

Santiago fue uno de los doce apóstoles de Jesús que le bautizó con el sobrenombre de “Hijo del Trueno” por su carácter vehemente y apasionado. Fue el “Mayor” de los apóstoles y también el principal animador de la comunidad cristiana de Jerusalén, ciudad a la que arribaban comerciantes de todos los mundos, en pequeñas embarcaciones artesanales. En una de ellas, hizo su primer viaje al Fin de la Tierra, para predicar la cristiandad.

Santiago atravesó entonces Andalucía y Portugal para llegar a la Gallaecia, el Finisterrae romano; y predicar por toda ella las enseñanzas de Cristo. Sin embargo, regresó por tierra a Palestina, por la Vía Romana de Lucus Augusta, atravesando la Hispania…

Sería en Palestina, cuando Jerusalén ya es ciudad santa y cristiana, en donde Herodes, Rey de Judea, sentencia su decapitación. Se ejecuta el 25 de julio del año 44 de nuestra era. Dos de sus discípulos, Atanasio y Teodoro, trajeron sus restos hasta Galicia en una pequeña nave y lo enterraron en un campo, lejos de la entonces influyente Iria Flavia.

En el año 813 un ermitaño llamado Pelayo, que vivía en una cueva del Pico Sacro, vio durante varias noches seguidas un enorme resplandor en el cielo, como una lluvia de estrellas que caía sobre el bosque llamado Libredón, ubicado en el mismo lugar donde hoy se halla la catedral compostelana.

Fue así como Pelayo, siguiendo las estrellas, descubrió el cuerpo del Apóstol Santo. Desde entonces ejerce su patronazgo sobre nuestro país y en su honor celebramos la fiesta grande.

LA GRAN FIESTA

Santiago de Compostela, la capital, y toda Galicia, rebosan de alegría esta semana, pues los gallegos honramos a nuestro patrón. El 25 de julio es una fecha muy especial para este país, ya que se vive desde diferentes perspectivas y forma parte de la celebración de nuestra historia más reciente. Sí, hoy Galicia celebra su Día Nacional.

Nació como una festividad religiosa con la costumbre de peregrinar a Compostela. La Iglesia católica lo llama el Día del Apóstol Santiago, en cuyo honor se construyó la magnífica catedral, testimonio pétreo de los eventos religiosos, sociales y recreativos que se celebran hoy en sus alrededores.

Durante la primera mitad del siglo XX, el 25 de julio también tuvo un carácter cultural, impulsado por los padres del galleguismo de la época, encabezados por Afonso Rodríguez Castelao. En aquel entonces, se celebraban juegos florales y concursos de música popular, además de las típicas celebraciones en honor a Santiago, organizadas por el Ayuntamiento. El renacimiento de ese nacionalismo cultural recayó en otros políticos emergentes, incluso durante la dictadura franquista, quienes convirtieron esos eventos en una fiesta de protesta, con manifestaciones que siempre acababan siendo disueltas por la policía estatal. Así nació el Día de la Patria Gallega, el gran evento del nacionalismo y el galleguismo, al que los partidos de izquierda otorgan gran importancia.

Sin embargo, desde que Galicia cuenta con su propio gobierno autonómico, el 25 de julio se ha convertido oficialmente en el Día de Galicia y se celebran toda una serie de actos oficiales que culminan en la gran fiesta para celebrar que somos un país de piel verde al que conducen siete caminos y por el que llegan personas de todas las razas y condiciones. Con una cultura e identidad propias, heredadas de sabios reyes y poetas capaces de convertir la ausencia en un bello arte literario, expresado en nuestra lengua, noble y armoniosa, nacida para la expresión oral y para las letras, hace mil veinticinco primaveras.

Pero el 25 de julio es, además de este tipo de celebraciones institucionales y religiosas, la gran fiesta de Compostela y de media Galicia.

La noche del 24 ya huele a pólvora con los coloridos fuegos artificiales, que iluminan el cielo del país. Hay conciertos para los más pequeños y para los mayores, e incluso la orquesta toca ritmos tropicales en la avenida vieja.

Aquí os esperamos… si el Apóstol os lo permite.

                                                     Xerardo Rodríguez

Galicia Unica. (www.galiciaunica.es)