Por Xerardo Rodríguez, director de "Galicia Única"

Pásate conmigo por siete pueblos y disfruta de la vida corta. Hallarás en ellos cientos de motivos para sentirte a gusto. Vamos, elige tu paraíso. Verás el mundo desde siete perspectivas y te contaré siete historias.



Súbete a la montaña y desciende con el río de agua bailarina que canta bajo los alisos. Prolonga la estética del paisaje por entre cañones sagrados y valles verdescentes hasta el mar que esculpe la roca de salitre o el océano que se deshace en la playa. Cálmate en el oasis de agua que cura los males del alma y cauteriza las heridas del cuerpo. Descansa y sueña, para mejor sentir las sensaciones vegetales del bosque de los druidas y la generosa grandiosidad del mar de las meigas. Vamos.



Saborea los mil frutos de la tierra y del mar penetrando en nuestro círculo mágico. Venga.



Deja volar tu imaginación y supón que eres legado de Roma, mil años antes de la llegada de César Augusto, emperador. Estarías paseando por la Vía Nova, admirando Valdeorras que es comarca fértil cuyas tierras baña el “río del oro”. A sus orillas está…

PETÍN


Su nombre viene del latín y significa “piedra clavada”, es decir, miliario. Los romanos fueron quienes llamaron así a esta tierra, habitada en un principio por los galaicos cigurros.

Testigo de la presencia romana en Petín es el puente de A Cigarrosa, que le une al municipio de A Rúa y nos permite cruzar el Sil. El río forma aquí un hermoso lago como consecuencia del embalse de San Martiño, creador de un enclave natural espejo de dos villas y del paisaje que las rodea.

Es pueblo pequeño, pero con un casco antiguo de gran valor etnográfico y arquitectónico. Por fortuna, edificios y casas están muy bien conservados, al igual que la Plaza, su entorno urbano más antiguo.

La gente de aquí es capaz de crear el ambiente propicio para compartir el vino Valdeorras con los amigos. Siempre serás bien recibido.

No puedes suponer las sorpresas que te aguardan en el próximo trayecto si es que elijes viajar por Manzaneda, olvidándote luego de la Estación de Montaña y de los montes de Queixa, para llegar a Arnuide y a los otros pueblos bonitos de Vilar de Barrio. Habrás atravesado, entonces, la gran montaña ourensana como hizo el Caballero Roldán en busca de su amada, bella mujer que una mala meiga convirtió en vulgar piedra, solo por celos…

VILAR DE BARRIO


Estos pueblos son de postal, porque los preside la sierra santa y los baña el río Arnoia. Se integran en el entorno natural originando núcleos homogéneos y formando conjuntos magníficamente identificados con el medio rural de Galicia.

Rebordechao y Arnuide son dos ejemplos de pueblos bonitos. De lejos y de cerca, o en medio de ellos, mires por donde mires. Solo hay que fijarse en lo peculiar de sus edificaciones para darnos cuenta de que estamos al pié de la serranía ourensana, el lugar en el que la montaña expresa sus poderes.

Las casas tienen techo de pizarra, lo mejor contra los inviernos de nieve; y son todas de piedra. Y aunque en otros lugares de la sierra las cuadras se situaban antiguamente bajo las viviendas para aprovechar el calor de los animales, en Rebordechao los pesebres, las cuadras, se agrupan a la salida del pueblo, en lugares diferentes y configuran otro núcleo de arquitectura más modesta pero peculiar.

En los lugares de Edreira, Penouzos, Gomareite y San Miguel abundan los hórreos, pero hay que ir a Maus para admirar como el río atraviesa el lugar de hórreo en hórreo creando un paisaje único. Penouzos tiene plaza propia en lo que era una antigua eira empedrada comunal, espacios que abundan en todos los núcleos del rural de Vilar de Barrio.

En los pueblos bonitos perviven los elementos etnográficos que tienen o tuvieron relación con el agua, como fuentes y abrevaderos. Es muy curioso el que aún se conserva entre Seiró y Edreira.

Cada pueblo tiene su interés y tienen en común los pueblos de Vilar de Barrio un entorno natural fantástico.

Pásate ahora por la Ribeira Sagrada e imagínate eremita en Cristosende, el primitivo pueblo que habitaron los galaicos Tiburos. Estás en A Teixeira y todo esto que ves, esta serie de pueblos que parecen colgar de un cielo imaginario no era otra cosa entonces que un gran bosque de tejos…

A TEIXEIRA


Al fondo, el río del oro. En las terrazas de la Ribeira, el paisaje del vino. En la ladera, trepando, los castiñeiros de otoño. En el outeiro, Cristosende, el pueblo que dió origen a lo monástico. El Sil. El mencía. El souto próximo.

Aquí, en A Teixeira, confluyen la ilimitada hermosura del paisaje y la calma de los días de placer en el rural de Galicia. Nos conmueve la santa de nuestra fe y la cruz que nos sale al paso. Santa Catuxa y el cruceiro de Lumeares.

Es admirable el taller textil de Anna Champeney y el pasado de esfuerzos comunes en los fornos de Xirás.

Y el gran cañón. Porque aquí, en A Teixeira, lo que más emociona es la sagrada perspectiva desde el lugar elegido por aquellos ascetas que llegaron para contemplar el camino de agua que el río traza entre paredes de piedra… El Sil es el creador de la obra perfecta.
 


A Teixeira luce la policromía otoñal de estas fechas y eso añade valor a tu visita. Te bastará un fin de semana para comprender la razón por la que hasta aquí viene gente de la más variada procedencia. Es tiempo de castañas asadas y de cocidos, el plato rey de la gastronomía de toda la comarca, donde iremos de sorpresa en sorpresa, de pueblo en pueblo. Y el vino es tan bueno que hasta tiene museo, nacido de una vieja escuela que bien conocieron muchos de los aquí nacidos, protagonistas del éxodo de mediados del siglo XX.

Para disfrutar de la etnografía y de algunos singulares edificios hay que caminar. Entre A Teixeira y el valle de Abeleda. O entre Covas y el viejo puente del río Lumeares. Y llegar desde allí hasta la cumbre de la Carosa, pasando por Montoedo. Si te acercas a Xirás podrás conocer los hornos comunales de antaño.

Templos románicos, cruceiros de enorme plasticidad artística, paisajes, restos históricos, todo esto es lo que nos ofrece A Teixeira, que fue un recinto amurallado con una torre en el centro; en la villa podemos ver aún sus restos.

Ponte en camino ahora para seguir las huellas peregrinas que conducen a O Cebreiro, un pueblo hospitalario, antiguo y xacobeo donde sucedieron y aún suceden milagros. Fíjate sí será hermoso que entusiasmó a aquellos reyes católicos, Isabel y Fernando, más que ningún otro de todas sus extensas tierras.

O CEBREIRO

Ahora hay menos ganado y se cultiva poco la tierra, porque sus habitantes se dedican al comercio y a dar servicio al peregrino. Pero sus calles están llenas de gente. Su iglesia conserva su estructura exterior e interior y el antiguo hospital de peregrinos es ahora restaurante. Algunas pallozas han sido reconstruidas, al igual que muchas de las casas viejas del pueblo, reconvertidas en hospederías. Y a la salida, hace ya 26 años que se construyó el primer albergue de peregrinos de la modernidad.

Todo es perfecto en O Cebreiro. Es el lugar donde supuestamente ocurrió el milagro del Santo Grial pero que sin milagros es, sin duda, el gran emblema del Camino Francés en Galicia y posee un alto valor histórico, con un pasado medieval todavía visible en toda la aldea, recuperada en el año 1993.

La Iglesia de Santa María es la más antigua del Camino de Santiago. Fue construida a mediados del Siglo IX por los monjes benedictinos. A pesar de las diversas reformas, aún conserva parte de su factura prerrománica, con planta basilical de tres naves cubiertas de armadura de madera que finalizan en ábsides rectangulares. En el exterior, destaca la torre y los muros, todos de granito con lajas de pizarra.

En su interior tuvo lugar el Milagro que fue difundido por los peregrinos a todos los rincones de Europa, por eso merece la pena que te lo cuente. Según la tradición, a principios del siglo XIV, existía en la aldea de Barxamaior, a varios kilómetros de Cebreiro, un devoto campesino llamado Juan Santín. Este siempre asistía a la misa en la iglesia de los monjes benedictinos.

En un día de gran tempestad Juan, como tenía por costumbre, subió desde su aldea hasta O Cebreiro, llegando a la iglesia en el momento en que el monje estaba consagrando un pedazo de pan y un poco de vino. Este, incrédulo, al verlo llegar, exclamó:

—– Cual viene éste otro, con una tan grande tempestad y tan fatigado, a ver un poco de pan y vino.

En ese momento, el pan que sostenía se transformó en la carne de Cristo y el vino en su sangre, produciéndose el Milagro del Santo Grial.

Hoy lo podemos contemplar en la capilla del Santo Milagro junto a la patena, el cáliz -símbolo de Galicia y presente en su escudo- y piezas románicas del Siglo XII.

Los mausoleos donde están enterrados los protagonistas del milagro y una talla románica de la Virgen del Siglo XII completan la vista a esta capilla, verdadero conjunto histórico.



Como en Ancares, en O Cebreiro, se puede visitar alguna de sus pallozas, muestra de construcciones prerrománicas que usaron nuestros antepasados como vivienda. El Camino de Santiago provocó el auge del turismo cultural en todo el municipio, Pedrafita do Cebreiro, donde encontrarás numerosas casas de turismo rural para descansar, además de los albergues para peregrinos, tanto públicos como privados.

Te invito ahora a subir a una de las cumbres más emblemáticas del país, a condición de que te pongas en la piel del valiente guerrero galaico…. Antón Alonso Fontán, poeta de Meder, me explicó a pié de monte, en el San Nomedio, algunos pormenores de la Batalla do Medulio, uno de los grandes mitos de la Gallaecia.

El Medulio no es otro para Antón que el monte San Nomedio, en cuya cumbre hay pruebas no excavadas de la presencia celta, además de una capilla medieval dedicada al “santo del medio”, desde la que se contempla toda la comarca del Condado, por donde discurre el Miño.

En el Monte Medulio lucharon galaicos y celtas contra romanos, en la mayor de todas las batallas. La historia dice que fue la más brutal de la romanización. Según el historiador Lucio Anneo Floro….

—– Los legionarios romanos sitiaron el monte, pero sufrieron miles de bajas. Una vez alcanzada la cumbre, solo se encontraron cadáveres, porque los sitiados se arrojaban a las hogueras o se clavaban la espada hasta morir, mientras las mujeres y niños tomaban un veneno extraído de los tejos.

¡Ningún galaico había nacido para ser esclavo!

AS NEVES

Pensando en aquella batalla, cuando llegas a As Neves te gusta ascender hasta el monte San Nomedio, después de pasar por Santa Marta de Ribarteme, en donde se celebra otra fiesta religiosa, ancestral, pero aún hoy vigente. As Neves –donde el sol no permite que el invierno vista de blanco el municipio- se llama así en honor de una virgen aparecida y es tierra muy hospitalaria.



El San Nomedio es el mirador del Condado y desde el se divisan paisajes otoñales de gran belleza, sobre todo por la policromía que dan a la tierra los árboles autóctonos y los viñedos.

Para ascender a él hay que ir por la carretera de Santa Marta de Ribarteme, como te contaba. Sí, por la iglesia que celebra la más antigua romería de Galicia, a donde acuden los “ofrecidos” en ataúdes, tras haber recibido el favor de la Virgen.

Así también conocerás la parte que corresponde a la Paradanta, donde nacen los ríos menores que afluyen al Miño. Pero a medida que asciendas, el monte te permite admirar todos los secretos de este territorio, incluso los que guarda el Portugal vecino.

El Termes y el Xuliana son los ríos principales de cuantos nacen en A Paradanta y a medida que descendemos con ellos hasta el Miño vamos descubriendo parajes de inigualable belleza, con puentes no exentos de leyenda.

Como la que nos habla de fertilidad para quienes consigan encontrar “padrino” en medio de uno de ellos, entendiendo por padrino un supuesto amante ocasional. Es reminiscencia de viejos cultos fálicos que se oponían en la Galicia más antigua a las normas restrictivas de la Iglesia. Por algo, muy cerca de aquí, en Salvaterra, la Inquisición mantuvo un tribunal.



Los ríos de As Neves nos ofrecen espacios naturales de gran valor ecológico. Como por ejemplo la desembocadura del río Termes en el Miño, un lugar conocido como As Lagoas. O la desembocadura del Xuliana, que en el lugar de Ceña, tras un hermoso salto de agua, crea una playa fluvial. Otra playa fluvial es la de Santa Mariña. Junto a ella hay una capilla en torno a la que se creó un área recreativa muy visitada.

En época de lamprea, a partir de noviembre y hasta el mes de abril, es un placer contemplar como los pescadores del Miño siguen utilizando los pescos romanos para hacerse con los mejores ejemplares, que son aquellos que han conseguido remontar los casi cincuenta kilómetros que separan este lugar del estuario del Miño, en A Guarda.

Vamos. No te quedes atrás, que nos esperan aún más sorpresas y muchos recuerdos de quienes un buen día tuvieron que emigrar pero nunca olvidaron este su pueblo. Verás.

Para los cubanos que habitan entre nosotros, la habanera es la nostalgia hecha canción. Para los gallegos nacidos en la Terra Chá, la habanera es la única y vieja escuela a la que tuvieron acceso sus padres, fruto de la generosidad de sus abuelos emigrantes. La Escuela Habanera de Roupar es el mejor símbolo de un pasado de angustias que vivió Xermade y también la mejor muestra del reconocimiento a quienes abandonaron el país en busca de la vida, en la primera mitad del siglo XX.



El emblemático edificio fue costeado por los emigrantes de Roupar para que sus hijos tuvieran acceso a una cultura que a ellos les había sido negada.

Hoy en día, esta Escuela Habanera es el centro que alberga cuantas actividades socioculturales se desarrollan en la parroquia de Roupar de Arriba, en este nuevo Xermade que crece al pié de la Sierra da Carba.
 
XERMADE


Tiene Xermade, muy a mano, tres interesantes espacios naturales: la Serra da Carba, perteneciente al sistema del Xistral; las Fragas del Eume, en el límite con la provincia de A Coruña y en el municipio de AsPontes; y el complejo del río Trimaz, en el humedal Parga-Ladra-Támoga.

Estos son motivos suficientes como para buscar un fin de semana largo del calendario otoñal y vivir la aventura en entornos que resultan paradisíacos.

La Dorsal Galega se inicia en la Serra da Carba y esto le confiere al lugar importancia geográfica. Junto con la Serra da Loba y la Serra de Lourenzá, es el principal elemento físico y definitorio que separan la costa de Galicia de las cuencas del Miño, el Eo y el Eume, las tres más importantes del norte de Galicia. La orografía de A Carba está formada por relieves graníticos y alterna depresiones y valles de gran belleza, porque se enmarca en la Media Montaña, con alturas entre los 800 y los 1000 metros, por lo que el relieve conforma un paisaje complejo pero hermoso.

La cola del embalse del Eume toca el municipio de Xermade y desde la parroquia de Piñeiro se accede con facilidad a las Fragas, el Parque Natural que provoca el valle creado por este río. Sus ribeiras poseen uno de los bosques más diversos de Europa, con abundancia de carballos y castaños. En el lugar de Framil, Fermín López intenta crear un gran zoo y está a punto de conseguirlo, el único privado de Galicia. Desde ahí existe una pista que te lleva al corazón de las Fragas del Eume, en donde pasan los fines de semana numerosas familias y grupos de amigos que quieren disfrutar de la vida en el campo.

Los espacios naturales que provoca el río Trimaz, afluente del Eume, son realmente la prolongación del complejo húmedo Parga-Ladra-Támoga. Este gran parque está formado por una red fluvial y de lagunas, asociadas a pastos, áreas agrícolas, bosques de ribera y carballeiras. Es zona rica en flora y fauna, entre las que destacan las aves acuáticas y la nutria.

Te invito a que dejes la media montaña para venir conmigo en busca de la Costa de la Luz. Pero antes, procuremos los caballos libres que van y requetevan entre A Grova y A Valga, de balcón en balcón, para que nos enseñen a contemplar el paso de los días sobre los azules infinitos del Atlántico.
 
OIA


El caballo libre es el dueño del espacio; de los molinos rosalianos del Folón; de las pozas de Mougás en donde abreva; de los pinos mansos a cuya sombra se cobija; de los eucaliptos invasores que perfuman el aire que respira; y de los senderos que conducen a los balcones del mar y de la tierra.

Desde ellos amplían hombre y caballo el horizonte de Oia, que ha surgido como pueblo de los acantilados atlánticos, donde las olas se deshacen para entonar su canción de mar.

Frente a ese mar, aún pervive el contraluz del monasterio abandonado por el que vagan las almas de los monjes irmandiños. La luz, sin embargo, se esconde a lo lejos, en el perfil del horizonte marinero, cuando el sol nos anuncia el final de la tarde y los barcos pasan, estrellando su proa en el océano inmenso, del que emergen y se sumergen, cabalgando también sobre las olas.

Oia es una imperfecta sucesión de lugares mágicos con olor a salitre marinero, en la Costa de la Luz.

La espuma blanca y los dorados atardeceres. Los acantilados y el océano batiendo sobre las rocas. El Faro de Baredo, guía de navegantes. A un lado el mar, al otro la sierra. Y una luz especial presidiéndolo todo. Oia ocupa la franja costera más importante de la Costa de la Luz, entre Baiona y A Guarda.

El Faro de Baredo es el límite norte del municipio. A su altura aún quedan en pié las fortificaciones que nos hablan de viejas batallas, que este fue un mar de piratas y de conquistadores. Pero las nuevas edificaciones que vamos descubriendo, son el reflejo de un turismo residencial que crece verano a verano, al pié de esta carretera por la que hay que circular sin prisas, para admirar tanta belleza.

De buena gastronomía también se presume por aquí. Hay buenos restaurantes a lo largo de todo el trayecto costero, en el que se agrupan los pueblos bonitos: Viladesuso, Pedra Rubia, Mougás, O Serrallo y Oia, la capital municipal.

También aquí encontraremos alojamientos rurales y es una pena que aún no se haya acometido el proyecto de remodelación del viejo Monasterio, para convertirlo en un hotel monumento. Pero todo llegará.

Este monasterio comenzó a construirse sobre el pequeño puerto de pescadores de Oia en el año 1185, y la última remodelación se hizo en su iglesia en el siglo XVIII. En 1230 esta construcción artística se convirtió en una de las referencias de la arquitectura de la Orden del Císter por su sencillez ornamental.

Por el momento, lo único que puede ser visitado es la iglesia, al ser el monasterio, en la actualidad, de propiedad privada.



Dicen que aquí, en Oia, se inició la revolución de los Irmandiños, auspiciada por algunos de los monjes de este monasterio, pioneros de la lucha contra la opresión del pueblo. El trayecto final de la costa de Oia llega hasta O Rosal, concretamente hasta Portocelo. Es toda una sucesión de rocas gigantes y marinas, envueltas en un rumor de olas que cantan y cubren de blancura de espuma el litoral.

En estas rocas habita el percebe sabroso, tesoro que procuran hombres y mujeres valientes, habituados a saltar de piedra en piedra para huir del furor del mar. Un mar hermoso cuando la sombra estalla hacia el sol, es decir, en la hora mágica…