Navegar es indispensable…

Galicia es costa bañada por dos mares de vida y quince rías en calma, su elemental paz de sal. Rías y mares provocan la belleza litoral: el paisaje de estatuas de salitre y rocas de aguja, que emergen entre playas interminables de blanca arena. La luz intensa del Faro que compite con el sol, cuando enrojece los cielos.  O las islas que se alzan sobre los espejos de azules infinitos…

Estrellas de plata se posan entre los barcos…

Hay aquí cien puertos para acoger a los marinos de aventura. Ideal refugio para diez mil barcos que navegan sobre el infinito horizonte. Veleros de sueños arbolados para traer la vida a bordo… Son los titanes del nuevo milenio que huyen de la sombra cuando estalla hacia el sol y las olas de fuego llegan desde la infinidad a la orilla.

El mar del norte va de faro a faro…

El Cantábrico escribe su paisaje entre el faro de la Illa Pancha y el que advierte a los navegantes del peligro de las agujas que emergen del mar de Ortegal, justo frente al norte más norte, donde se encuentra el Faro que llaman de Bares y marca el lugar exacto del territorio celta donde se casan los dos mares gallegos. Más allá, está el infinito y en el litoral cuatro rías en calma son puerto-refugio de la estirpe marinera. 

Esta es la génesis de la belleza ilimitada…

Desde aquel mágico lugar de rocas de aguja, bordeando la costa de los druidas celtas y del santuario del Apóstol Andrés, llega el navegante a la calma de las Rías Altas. Son estas rías las que buscan ya el Atlántico ártabro que baña la costa bella entre el mar del norte y las Sisargas. Un paraíso natural donde las mareas disuelven los azules marinos en la playa, mientras los veleros cabalgan sobre las olas para llegar a puerto. En la hora mágica contemplas, como telón de fondo, el estallido del sol en el cielo. Ocurre entonces que muere la tarde.

Entre playas, acantilados y faros…

Los faros señalan la belleza litoral de la costa de la vida, pero también nos recuerdan mil noches de furia atlántica que dieron lugar a mil tragedias nunca olvidadas. Por eso el poeta dijo que si navegas este mar bien sabrás que estás haciendo un viaje elegíaco al territorio del mito, imitando a los mariñeiros de Corme, Camariñas, Muxía o Fisterra. Sin embargo el Atlántico te hará sentir los grandes placeres del paisaje… Porque podrás descubrir como el mar de la muerte lo mismo esculpe acantilados que envía olas de resurrección hasta la playa serena. Pasea sus puertos y contemplarás como los barcos regresan llenos de vida. Descansa frente al océano y mira cómo se pierde la luz de los faros en la inmensidad al inicio de cada noche… Todo aquí es mágico. 

Y el fulgurante paisaje que nos fascina…

Todas las Rías Baixas miran hacia el horizonte del gran océano por donde llegaron los navegantes de nuestra historia. El Patriarca Noé y el Apóstol Santiago. Los celtas del castro que aún habitan fantasmas. Teucro, hijo de dioses.  Romanos procurando el fin de la tierra. Fenicios para comerciar. Las hordas vikingas para invadirnos. Los piratas malos de pata de palo. El capitán Nemo y su Nautilus… He aquí una playa interminable frente a un Atlántico que llega en calma para bañar fantásticos lugares… Permite a tu velero deslizarse sobre su lomo y admira las bateas a flor de agua sobre el paisaje vital, las curiosas formas litorales, las islas protectoras o el verde telón de fondo donde los poetas y artistas encontraron su mejor perspectiva. Las Rías Baixas de Galicia son un placer para los viajeros de mar tranquila y espejo de quienes navegan al compás del viento.      

Xerardo Rodríguez

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